lunes, 28 de julio de 2014

‘Un proyecto de largo recorrido’, el manifiesto impulsado por ‘SomosIU’, anima el debate de la convergencia

Cuando hace unas semanas, 100 militantes y dirigentes de IUCM respondieron a la convocatoria de ‘SomosIU’ y se reunieron en Madrid para debatir la situación política creada tras las elecciones europeas del 25 de mayo y las propuestas para el futuro, no siempre coherentes, de la dirección federal, se estaba entrando de lleno en un debate que se producía en la calle y en la propia IU. “IU está necesitada de una hoja de ruta, de unas pautas de análisis e intervención en el nuevo escenario político, que respondan a su organización y proyecto, y eviten reacciones compulsivas y erráticas en el diálogo que inevitablemente hay que mantener en y con la izquierda social y política”, señala el grupo de coordinación de ‘SomosIU’.

No se trata de polemizar sobre la oportunidad o no de la convergencia de fuerzas de izquierda, o sobre las siglas -IU es un proyecto, un programa, una organización y también unas siglas-; lo que se pretende con este manifiesto es reivindicar el papel de IU en dicho proceso, a partir de su dilatada experiencia de diálogo y voluntad unitaria que la ha caracterizado desde su fundación, hace ya casi 30 años. “Creemos que la primera tarea de IU como formación política es prepararse en todos los ámbitos (estrategia, organización y programa) para enfrentar con éxito las próximas elecciones municipales y autonómicas, y a partir de aquí, con una IU lo más fuerte y solvente posible, intervenir activamente en el proceso de convergencia que de forma clara y verificable debe abrirse. No vaya a ser, dice ‘SomosIU’, que empleemos todas nuestras energías en impulsar el diálogo y la convergencia con quienes se muestran reacios a hacerla realidad, y nos quedemos compuestos y sin novia”.

En consecuencia, ‘Somos IU’ reitera el contenido y la vigencia del Manifiesto difundido, resta importancia a los intentos, en ocasiones pintorescos, de reivindicar su autoría, y espera que sirva para recuperar iniciativa política y avanzar por el camino de la convergencia sin trueques ni sobresaltos, una convergencia que creemos imprescindible para derrotar a la derecha y gobernar las instituciones madrileñas.

lunes, 21 de julio de 2014

Izquierda Unida, un proyecto de largo recorrido

Cuando después del referéndum del 12 de marzo de 1986 para decidir la entrada de España en la OTAN, la Plataforma Cívica aprueba una declaración política en la que se afirma que “…resulta imprescindible responder a esa profunda demanda social de cambio. Hace falta estructurar el impulso renovador existente en nuestra sociedad, dotándole de coherencia y de amplios apoyos sociales. Se trata de estimular, a partir de la sociedad civil, una agregación de fuerzas sociales y políticas capaces de definir una alternativa desde la cual pueda vencerse el cúmulo de residuos conservadores y de intereses corporativos en cuya órbita se mueve el gobierno actual. Todo ello en el marco de un amplio proceso en donde se articulen fuerzas sociales, políticas y culturales hoy dispersas para la puesta en práctica de un proyecto de transformación de la sociedad española”, se estaba anunciando el nacimiento de Izquierda Unida. Nada se dejaba a la improvisación. Se aprobó una declaración política de nueve páginas, a la que siguió el documento del Acuerdo Político para, finalmente, el 27 de abril de 1986 constituir Izquierda Unida como fuerza política alternativa. El 22 de junio tuvieron lugar las elecciones legislativas. Justo un año antes, la Conferencia Nacional del PCE, aprobó un documento político que sentaba las bases de la convergencia social y política en España.

Recientemente, y de manera singular, tras las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014, en las que IU multiplicó por tres su número de votos y escaños -si bien no pudo capitalizar mejor el hartazgo de la inmensa mayoría de la sociedad española contra las políticas de austeridad-, distintos sectores de la organización no esconden sus deseos de “avanzar hacia la convergencia con Podemos, renunciando si fuera necesario a las siglas IU”. Defienden estos sectores, que “las ideas son más importantes que las siglas” y no dudan en vincular el futuro de IU al desenlace de esta operación.

Quienes suscribimos esta declaración, creemos que las políticas para ensanchar el territorio de la izquierda transformadora, la necesidad de impulsar respuestas políticas y electorales amplias y unitarias, en definitiva, la voluntad de construir proyectos de convergencia son consustanciales a la naturaleza histórica y política de Izquierda Unida. La propia candidatura de la Izquierda Plural a las elecciones europeas es un ejemplo de lo que afirmamos. Somos conscientes de que movimientos como “Podemos”, que ha logrado un excelente resultado electoral el 25 de mayo, han de ser parte esencial de este diálogo político para una nueva confluencia social y electoral; se trata, sin embargo, de evitar iniciativas convulsas y no exentas de improvisación, que elevan retóricamente la mirada hacia un escenario imaginario, a partir de un inaceptable desprecio por la realidad cultural, política y organizativa de IU, de su afiliación y militancia.

Somos muchas las personas de IU que creemos en la vigencia de su proyecto político. Un proyecto de largo recorrido, cuya existencia no puede ni debe someterse a exámenes de temporada. No compartimos la impugnación estructural del sistema de partidos que distintas ‘voces alternativas’ y medios de comunicación -algunos de acusado perfil conservador-, han activado. Sabemos de la inaplazable necesidad de cambios en la renovación de la propuesta política, en el funcionamiento interno de los partidos, en su relación con la sociedad y con cuanto en ella se mueve, en la participación democrática de la afiliación. Pero la democracia no es compatible con aventuras populistas que niegan las fuerzas políticas actuales, como si las que aspiran legítimamente a relevarlas, fueran congregaciones marianas.

Izquierda Unida no puede hacer política con la agenda de otros. Debe tomar buena nota de la evolución social y política del país, de las grandes tendencias y demandas de la sociedad española. Debe ajustar permanentemente su discurso político, y hacer más permeable y abierta la actividad de su afiliación y la complicidad de la sociedad civil. Pero su organización, su estrategia, su proyecto y sus siglas no son negociables. Es más, estamos persuadidos de que la convergencia de ideas y programas para hacer más visible e influyente a la izquierda transformadora, dependerá en buena medida de que Izquierda Unida sea cada día más fuerte y esté explícitamente comprometida con la movilización social y la iniciativa política e institucional.

#SomosIU




miércoles, 18 de junio de 2014

‘Frente a la vacilación de la dirección federal, reivindicar IU’

El martes 17 de junio, 94 representantes del colectivo de reflexión y acción de IUCM #SomosIU, participaron en un encuentro de debate sobre los resultados de las elecciones europeas del 25M y la estrategia de intervención política de IU en el próximo periodo. La reunión partió de un amplio documento en el que se analizaba lo ocurrido el 25 de mayo y se avanzaba una propuesta política y programática para Madrid.

Una consideración previa, que se vio ratificada al término de la reunión por las personas asistentes: hacía mucho tiempo que no asistíamos en IU a una reunión en la que el debate plural concluía con un diagnóstico compartido y una reivindicación de IU estrechamente vinculada a la viabilidad de su propuesta política. Una reunión en la que todas las personas que hicieron uso de la palabra destacaron el aturdimiento y el despiste de la dirección federal en la gestión del resultado electoral.

El documento presentado parte de varias reflexiones: la singularidad de las elecciones europeas, lo que no debe obviar las tendencias de voto registradas; la abstención estructural, que debe preocupar a IU en tanto que fuerza con vocación de mayoría; y las características de una campaña que no necesita de grandes estructuras de organización en todo el país y sí de aprovechar bien las potentes herramientas de comunicación.

Los resultados, los ya conocidos: notable varapalo al bipartidismo, del que no se puede decir que fuera derrotado, pero sí noqueado; opción fallida del nacionalismo moderado en su coqueteo independentista, que le ha costado ceder ante el nacionalismo más radical; crecimiento pero menos de UPyD, quizás frenado por la presencia de Ciudadanos; excelente resultado de una formación de nueva creación como “Podemos”; notable crecimiento de IU, aunque no haya sido capaz de capitalizar en mayor medida el hartazgo de buena parte de la sociedad hacia las políticas de austeridad.

El resultado de IU guarda relación directa con la imagen, discurso y estrategia de campaña que puso en marcha la dirección federal. Puede afirmarse, sin temor a equivocarse, que el resultado emerge por encima de una mala campaña (pedíamos el voto a un sector de la sociedad con mensajes profundamente sectarios) y gracias al esfuerzo de la militancia y el crédito que todavía atesora nuestra marca corporativa (IU). Es una maniobra de distracción apelar a una u otra política de comunicación, porque en campaña la opinión que de nosotros tiene la ciudadanía es la que se deriva, fundamentalmente, del mensaje de sus portavoces a través de los grandes medios de comunicación, es decir, del coordinador general y el primer candidato.

Si desafortunados fueron los mensajes centrales de la campaña, caótica fue la gestión de los resultados. Se pasó de la convulsión de la noche electoral (“hay que coaligarse en todos los sitios con Podemos”) a la desconfianza y el rechazo tan solo una semana después (“no compartimos buena parte del discurso de Podemos”). Hemos asistido a una conducta errática y vacilante en la dirección federal, atrapada por una agenda política que no elaboraba ella. No ha sabido situar a IU en el nuevo escenario político y cuando lo ha intentado ha ofrecido una imagen antigua, desfasada e insolvente. Por eso, en la reunión de “SomosIU” se hizo especial hincapié en la reivindicación de IU como una formación de izquierdas, participativa y fuertemente comprometida con un proyecto de transformación social. Una formación abierta al diálogo con la sociedad y cuanto en ella se mueve, pero siempre con la propuesta política como herramienta imprescindible para el acuerdo.

Las cerca de 100 personas que asistieron al encuentro de “SomosIU” valoraron la reunión, expresaron su satisfacción con el desarrollo y la eficacia de la misma y anunciaron su voluntad de asistir a nuevas convocatorias de reflexión e intervención política en los próximos meses.



sábado, 7 de junio de 2014

El énfasis de la estupidez

En una entrevista que publicó ayer “Público”, el coordinador general de IU, Cayo Lara señala con el dedo a la Federación de Madrid ante los resultados de las elecciones europeas, porque “algunas personas de la federación miraron con recelo al 15M, y sobre todo, por la presencia de Moral Santín en Bankia. El exconsejero de Rato no es un compañero y todo el que la haga, la pagará en IU”. Con estas pinceladas de analista, Cayo Lara zanja un resultado  consecuencia de una estrategia electoral pensada, diseñada, cocinada, programada y difundida por sus colaboradores/as habituales. Eso sí, que no olvide que, afortunadamente, la marca IU, sigue estado muy por encima de su actual coordinador, y la gente así sabe apreciarlo.

Siempre se tiene la tentación de creer que lo hemos visto o leído todo. Sin embargo la realidad acaba superando a la ficción. El coordinador general de IU  parece no distinguir entre una cereza y una sandía, pero la militancia de esta organización debería estar a salvo de tanto desatino. Este coordinador general que la misma noche de las elecciones apremió a sus federaciones a preparar coaliciones con “Podemos”, en un intento de tapar sus vergüenzas y las de su equipo; que en un ejercicio de clarividencia estadística exhibió una compleja secuencia gráfica en una cartulina que contenía dos columnas para, con pedagogía cartesiana, advertir a quien lo quisiera ver, que IU había pasado de dos a seis eurodiputados; el mismo coordinador que cuando es requerido por un medio de comunicación a dibujar algún perfil de la república que quiere, responde que lo primero es conseguir la república; o el que utiliza categorías tan científicas como “mal compañero” para dirigirse a alguien a quien no conoce, un coordinador de tan brillante plática se ha ganado el cielo, sí el cielo, porque la tierra le viene grande.

No es la primera vez que dedica su florido verbo a la Federación de Madrid. Casi es mejor que nos olvide. Que evangelice otros mundos. Que acuda raudo a dejarnos en paz. Su olfato para analizar resultados electorales está averiado. Quizás esté habilitado para otros menesteres, pero no para los que desempeña en la actualidad. “Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis”, nos recuerda el escritor y político francés del Renacimiento, Michel de Montaigne.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Responsabilidad

Asistimos hace un par de días a la rueda de prensa que ofreció Pepe Masa. Él explicó perfectamente en qué consiste la responsabilidad política y lo concretó en el acto. Hizo bien en no explicar en qué consiste la irresponsabilidad política. Se explica sola, pero ocurre que todavía quedan los que necesitan manual. Los hay que en su mediocridad, piden tambien explicaciones sobre el incendio con el mechero quemándoles el bolsillo. Son los menos, pero imprescindibles, para cumplir la norma y que haya alguien que no pinte nada. Nada bueno, obviamente.

El caso es que para ser un buen anti-sistema, lo primero es seguir fielmente lo que el sistema recomienda. A saber, romper el criterio de corresponsabilidad, después denunciar, juzgar y condenar sin pruebas ni audiencia del acusado para no generar dudas, más tarde difundir el invento a los cuatro vientos y, si finalmente todo es mentira, sacar pecho. Todo en el nombre de una nueva revolución que acabará con el régimen y a través de la desobediencia civil, nos librará de la lenta, pesada y reformista tarea cotidiana. Por supuesto, los cargos públicos y liberaciones se convalidan en el nuevo no régimen. Eso sí, a disgusto.

Siempre habrá más arriba, arriba del todo, quien ampare los desmanes, siempre que sean contra los que deben ser. ¡Qué sería de esta revolución sin los que intervienen cuando nadie les necesita aunque compensan, absteniéndose de intentar poner orden cuando se pone en peligro el sentido común! ¡Nada! Los que van a ningun sitio carecerían de dirección. Ni ahora ni nunca tan importantes personas piden disculpas. Al fin y al cabo ellos no hacen nada y eso es justamente por lo que deberían pedirlas.

Y la gente de ese pueblo podrá pensar que quien no se gobierna a sí mismo, difícilmente gobernará nada. Tranquilos ripenses. Pasar, lo que se dice pasar, seguro que no será para tanto. El revolucionarismo estético tiene cierto punto de candor, cuando es auténtico. Pero con frecuencia es como los antiguos discos de vinilo. Van a 33 revoluciones por minuto y tienen dos caras. En cualquier caso, audio, solo audio.

En fin, como siempre somos diferentes. Aquí hay gente de izquierdas (estamos convencidos y convencidas), pluralismo, democracia según tema, federalismo a ratos, discursos, muchos más discursos y el convencimiento de que algún día nos entenderán ¡Ay...si tuviéramos una organización! Y aquí seguiremos, porque con todo, es donde mejor podemos estar. Para hacernos compañia y poner en valor el esfuerzo de la gente que cambia e interviene en lo que puede y, como decía aquel camarada, llegan con los hechos adonde llegan con las palabras.Lo contrario define a los charlatanes. 

El compañero y amigo puede afirmar sin equivocarse que la oposición le combatió sin derrotarle y desde el respeto. Esa es la talla del que fue alcalde. La referencia está puesta. Un abrazo don José.

jueves, 8 de mayo de 2014

El tweet de las encuestas

Una encuesta es una herramienta de investigación para recabar información comparable sobre las opiniones de un importante número de personas. Claro que no faltan otras reflexiones científicas a propósito de algunas encuestas sobre la intención de voto en la comunidad de Madrid. Según aquellas, hemos de reaccionar con mucha cautela, no vaya a ser que el alma reformista acabe contagiando el combate del proletariado y lo desvíe por el camino del mal. Y es que la fe es incompatible con la ciencia.

Las gentes de SomosIU hemos analizado las encuestas como lo que son: un estado de opinión sobre el pasado -aunque sea reciente- que marca tendencias, y no profecías, sobre el futuro. Y la última realizada por Metroscopia sobre intención de voto en la comunidad de Madrid ofrece, es verdad, una foto muy atractiva para IUCM. De ahí, que debamos actuar con prudencia al analizar los datos. Prudencia, no malhumor. Porque pareciera que las buenas expectativas de voto de IUCM, tanto autonómico como municipal -sobre todo en el ayuntamiento de Madrid-, tengamos que depurarlas convenientemente y guardarlas en un ataúd. No sabemos si el buen trabajo de Ángel Pérez al frente del Grupo Municipal de IU en el consistorio capitalino, tendrá algo que ver con el malhumor.

Es cierto, las encuestas en IU hay que recibirlas con cautela. No le somos simpáticos a los grandes grupos mediáticos, siempre comprometidos cuando lo exige la patria, a excitar el bipartidismo político -como leemos estos días en algunos diarios- y a despreciar proyectos de trasformación y cambio. Por eso, cuando se acerca el momento de ir a las urnas, el poder de la comunicación ignora la democracia y el pluralismo, y abraza con entusiasmo la política a dos bandas. Por si fuera poco, y desde las autodenominadas trincheras de la comunicación alternativa, no dudan en agitar un crisol de ideas y siglas de naturaleza ideológica diversa, pero empeñadas en erosionar y fragmentar el voto de IU. De ahí que las urnas, finalmente, confirmen la tendencia de las encuestas, si bien con mayor moderación y realismo.

No obstante, reiteramos el perfil singular de algunos tweets. Incómodos con la encuesta local; complacientes con el sondeo nacional. Las encuestas son lo que son. Pero evitemos el ridículo. “Quien no sabe bailar piensa que la orquesta es mala”.



lunes, 21 de abril de 2014

Elecciones Europeas: PP y PSOE ensayan el ‘duelo bipartidista’

El 25 de mayo se celebrarán las elecciones europeas. Las ciudadanas y ciudadanos elegiremos un Parlamento Europeo que decidirá las políticas comunitarias de los próximos cinco años. Se dirá que es la Comisión Europea la que decide sobre las políticas a realizar, pero será el Parlamento Europeo el que tenga la última palabra sobre su composición y por ejemplo, sobre el presupuesto de la Unión. De ahí la importancia de unas elecciones que deben cambiar el rumbo de Europa, si no queremos volver a las andadas de las políticas mal llamadas de austeridad, que mejor habría que llamarlas de recortes y de involución democrática.

La disyuntiva de estas elecciones no es por tanto si elegimos a los conservadores o a los socialdemócratas; el dilema hay que situarlo en si somos capaces de cambiar el rumbo de Europa, de refundar la Unión para avanzar en políticas sociales y democracia; porque de lo contrario, volveremos a lamentarnos de cómo la agenda política de los gobiernos nacionales y de la propia Comisión Europea se somete a los dictados de los poderes económicos y financieros, es decir, de los mismas ideas, grupos y personas que provocaron la crisis, y que hasta la fecha han marcado el camino de salida. Y no nos engañemos, las políticas neoliberales, las orientadas a la destrucción de empleo, a demoler el estado social, a reducir cuando no eliminar los derechos laborales, a golpear los derechos civiles, a devaluar la libertad y la democracia, han sido posibles con la colaboración de gobiernos conservadores y socialdemócratas. Alemania, Reino Unido, España e Italia son buen ejemplo de gobiernos conservadores y políticas antisociales. Pero Italia (parte del mandato) España (parte del mandato), Grecia o Francia han demostrado que los socialistas han protagonizado o colaborado con el proyecto conservador y las políticas de recortes cuando han sido requeridos para ello por las autoridades financieras, económicas o comunitarias.

Por eso, sorprende el arrebato progresista que acompaña a los partidos socialdemócratas o socialistas (como el PSOE) cuando se acercan procesos electorales. Su candidata a las europeas en España, Elena Valenciano, lleva unas semanas, después de un precipitado reciclaje, improvisando discursos de izquierdas y renegando de las políticas de recortes. Dicen sentirse alejados de estas y no dudan en prometer igualdad, fraternidad y solidaridad si ellos son los elegidos para llevar las riendas de Europa. En su afán por bipolarizar la campaña cuentan con la complicidad manifiesta del polo conservador, que en algunos casos, deberíamos clasificar como ultraconservador, que encabeza el recién designado para encabezar la lista del PP, Arias Cañete. A unos y a otros les interesa elevar el tono del bipartidismo, conscientes del enorme descrédito que atesoran y convencidos de que hay que cerrar el paso a otras opciones alternativas, sobre todo en la izquierda, para mantener la máxima de que “algo cambie para que todo siga igual”.


No hace falta que se nos recuerde que conservadores y socialistas no son lo mismo. Por supuesto que forman parte de culturas, trayectorias y proyectos radicalmente distintos. Pero, las cosas claras. En España como en el resto de la Unión Europea, el voto que puede acabar con las políticas de recortes, que puede abrir las puertas a una Europa más social y democrática, el que puede tirar de los partidos socialdemócratas hacia posiciones más éticas y de izquierdas, es el voto a las izquierdas transformadoras como Izquierda Unida. Si no fuera así, al día siguiente de las elecciones europeas, estos partidos, acabarán sucumbiendo a la presión de los mercados, de las políticas homologadas, y compartirán con sus antagonistas en campaña, los grandes retos del neoliberalismo rampante.