lunes, 21 de abril de 2014

Elecciones Europeas: PP y PSOE ensayan el ‘duelo bipartidista’

El 25 de mayo se celebrarán las elecciones europeas. Las ciudadanas y ciudadanos elegiremos un Parlamento Europeo que decidirá las políticas comunitarias de los próximos cinco años. Se dirá que es la Comisión Europea la que decide sobre las políticas a realizar, pero será el Parlamento Europeo el que tenga la última palabra sobre su composición y por ejemplo, sobre el presupuesto de la Unión. De ahí la importancia de unas elecciones que deben cambiar el rumbo de Europa, si no queremos volver a las andadas de las políticas mal llamadas de austeridad, que mejor habría que llamarlas de recortes y de involución democrática.

La disyuntiva de estas elecciones no es por tanto si elegimos a los conservadores o a los socialdemócratas; el dilema hay que situarlo en si somos capaces de cambiar el rumbo de Europa, de refundar la Unión para avanzar en políticas sociales y democracia; porque de lo contrario, volveremos a lamentarnos de cómo la agenda política de los gobiernos nacionales y de la propia Comisión Europea se somete a los dictados de los poderes económicos y financieros, es decir, de los mismas ideas, grupos y personas que provocaron la crisis, y que hasta la fecha han marcado el camino de salida. Y no nos engañemos, las políticas neoliberales, las orientadas a la destrucción de empleo, a demoler el estado social, a reducir cuando no eliminar los derechos laborales, a golpear los derechos civiles, a devaluar la libertad y la democracia, han sido posibles con la colaboración de gobiernos conservadores y socialdemócratas. Alemania, Reino Unido, España e Italia son buen ejemplo de gobiernos conservadores y políticas antisociales. Pero Italia (parte del mandato) España (parte del mandato), Grecia o Francia han demostrado que los socialistas han protagonizado o colaborado con el proyecto conservador y las políticas de recortes cuando han sido requeridos para ello por las autoridades financieras, económicas o comunitarias.

Por eso, sorprende el arrebato progresista que acompaña a los partidos socialdemócratas o socialistas (como el PSOE) cuando se acercan procesos electorales. Su candidata a las europeas en España, Elena Valenciano, lleva unas semanas, después de un precipitado reciclaje, improvisando discursos de izquierdas y renegando de las políticas de recortes. Dicen sentirse alejados de estas y no dudan en prometer igualdad, fraternidad y solidaridad si ellos son los elegidos para llevar las riendas de Europa. En su afán por bipolarizar la campaña cuentan con la complicidad manifiesta del polo conservador, que en algunos casos, deberíamos clasificar como ultraconservador, que encabeza el recién designado para encabezar la lista del PP, Arias Cañete. A unos y a otros les interesa elevar el tono del bipartidismo, conscientes del enorme descrédito que atesoran y convencidos de que hay que cerrar el paso a otras opciones alternativas, sobre todo en la izquierda, para mantener la máxima de que “algo cambie para que todo siga igual”.


No hace falta que se nos recuerde que conservadores y socialistas no son lo mismo. Por supuesto que forman parte de culturas, trayectorias y proyectos radicalmente distintos. Pero, las cosas claras. En España como en el resto de la Unión Europea, el voto que puede acabar con las políticas de recortes, que puede abrir las puertas a una Europa más social y democrática, el que puede tirar de los partidos socialdemócratas hacia posiciones más éticas y de izquierdas, es el voto a las izquierdas transformadoras como Izquierda Unida. Si no fuera así, al día siguiente de las elecciones europeas, estos partidos, acabarán sucumbiendo a la presión de los mercados, de las políticas homologadas, y compartirán con sus antagonistas en campaña, los grandes retos del neoliberalismo rampante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario